02-07-2020

Boletines

#2 MANIFESTACIÓN ANTI-NEOLIBERAL: LA DEMANDA POR EL CAMBIO DE MODELO

Imagen cortesía de Antesdelolvido

 

Parte 1

Las lecciones de la historia son una cruel ironía. Cerca de medio siglo atrás Chile elegía democráticamente a un candidato presidencial socialista. Por primera vez en este lado del mundo la ciudadanía optaba por un modelo distinto. El gobierno de Salvador Allende tomó medidas radicales como la nacionalización de recursos naturales y una serie de compras de industrias, bancos y servicios, entre otros, que fortalecieron el rol del Estado.

Luego del golpe de Estado de 1973, las Fuerzas Armadas facilitaron el fortalecimiento de los poderes económicos privados, profundizando la privatización y la subsidiariedad de las industrias y servicios, restando de sus facultades al Estado y precarizando las necesidades básicas de la población. La dictadura militar chilena se articuló en el marco de un plan internacional que buscaba introducir un modelo de capitalismo radical en todo occidente. Bajo las ideas del economista Milton Friedman, promovidas en la Universidad de Chicago en Estados Unidos, se formaron los economistas chilenos encargados de introducir este modelo en el país, respaldados por la Junta Militar. De esta manera, Chile se convirtió en el espacio de experimentación pródigo del neoliberalismo.

El documento fundamental de este modelo fue la nueva Constitución, que garantizaba por ley las dinámicas de opresión económica: sistema de juego de capitales en las pensiones, subsidiariedad y privatización de bienes y servicios del Estado, lucro en el sistema de salud y educación, entre otros. La Constitución de 1980 consolidó al poder económico privado, otorgando toda una serie de medidas y garantías que lo ubicaban en un lugar privilegiado para el control del país. Instaló la idea de que la gobernación de un país consistía en la administración de un negocio. De este modo, el sentido común se orientó hacia la promoción de la economía con miras al “progreso”.

Durante la década del ochenta, un sector de la población chilena se manifestó por los abusos de los derechos humanos y contra la opresión de vivir bajo una dictadura militar. En el marco de las jornadas de protesta de los años ochenta, se transgredió el límite de lo autorizado por régimen en términos de crítica a la autoridad. Fue un contexto en el que las y los ciudadanos volvieron a expresar y manifestar su malestar de forma pública en las calles. Producto de esta presión social se estableció un plebiscito nacional en 1988, que finalmente decretó el retorno hacia un Estado democrático.

Junto a estas manifestaciones antidictatoriales nació una coalición de partidos políticos que se adjudicó el liderazgo de la oposición a la dictadura (que consistía en una masa heterogénea de ideologías e intereses [mujeres, estudiantes, organizaciones de derechos humanos, pobladores, etc.]). Esta coalición se llamó Concertación de Partidos por la Democracia y estuvo conformada por partidos políticos incompatibles, cuyo único interés transversal era la caída de Pinochet y alcanzar el poder democráticamente en las elecciones de 1989. Cuando esto sucedió los poderes económicos se mantuvieron intactos.

10 de noviembre de 2019

 

Antesdelolvido, GAM fachada, 31 noviembre 2019. Imagen cortesía de Antesdelolvido

Parte 2

El año 2011 las organizaciones de estudiantes secundarios y universitarios en Chile se manifestaron para cambiar la ley de educación estipulada en la Constitución de 1980. Las manifestaciones de descontento alcanzaron sus mayores números de convocatoria en agosto de ese año y las réplicas de estas demandas se extendieron alrededor de otros tres años. En aquella ocasión las dinámicas de lucha y visibilización incorporaron nuevas estrategias de contrainformación, propiciadas por la naciente cultura de las redes sociales (Facebook) y el uso masivo de internet. Así, por primera vez desde el retorno a la democracia pactada, el malestar se volvía a expresar en términos de protesta y manifestación pública.

Dentro del contexto de democracia o “transición democrática”, los poderes enclavados desde la dictadura han cometido delitos de evasión y fraude al Fisco, permitidos bajo resquicios legales por la Constitución de 1980 (colusiones empresariales, evasión mediante boletas ideológicamente falsas, evasión del pago de contribuciones, etc.). Todos estos delitos fueron cometidos por grandes empresarios, políticos y miembros de las Fuerzas Armadas y Carabineros. Hasta el día de hoy las  condenas han sido menores e incluso cuentan condonaciones por parte del Estado.

El año 2017, bajo un eslogan enfocado en el “progreso” (Tiempos mejores), el empresario Sebastián Piñera fue electo como presidente de Chile. Un año después de asumir el poder, tras el aumento de la tarifa del transporte público en Santiago (que vino a colmar una serie de medidas económicamente opresivas), explotó la desobediencia civil en forma de protesta masiva: evasiones, saqueos, cacerolazos, concentraciones, barricadas, entre otros.

¿Qué ha hecho el gobierno de Sebastián Piñera? Responder con represión. Después de treinta años volvió a decretarse Estado de emergencia y toque de queda (apelando al trauma provocado por la dictadura militar). Se dispara, reprime, tortura y asesina a la población civil, amenazando su integridad física y psicológica. Todas estas medidas dejan en claro la postura intransigente del gobierno a la hora de defender los intereses del 1% de la población, que concentra más de un tercio de la riqueza nacional. A 25 días de levantamiento, una característica del actual movimiento social es que no se adjudica representación política alguna y sus fuerzas pasan por la consciencia de que los derechos básicos de la población han sido por años vulnerados y pisoteados. Así como el movimiento estudiantil del 2011 utilizó las redes sociales como medio para difundir información, convocatorias y contenidos relativos al lucro y la desigualdad, la efervescencia de hoy se ramifica y alimenta a través de plataformas digitales de uso masivo en aparatos celulares y computadores. En ellas circulan videos, fotografías, textos, hashtags y afiches que se reproducen de forma acelerada y directa, dando cuenta de la verdad de los acontecimientos no emitidos o agenciados por los medios tradicionales de comunicación (prensa escrita y televisión).

12 de noviembre de 2019