El dispositivo al que se hace referencia, en el contexto de la era digital, ha tenido un papel fundamental en la transformación de la comunicación, el trabajo y las relaciones sociales. A lo largo de las últimas décadas, los dispositivos digitales, como las computadoras personales, los teléfonos inteligentes, las tabletas y otros dispositivos conectados a Internet, han revolucionado cómo interactuamos con la información y entre nosotros. Estos dispositivos fueron desarrollados a partir de innovaciones tecnológicas en computación, telecomunicaciones y semiconductores, permitiendo la creación de redes globales y el acceso instantáneo a contenidos, servicios y aplicaciones.
En cuanto a su llegada a América Latina, los dispositivos digitales comenzaron a popularizarse en la región a finales del siglo XX y principios del XXI. Durante las décadas de 1980 y 1990, las computadoras personales, como las PC de escritorio, empezaron a llegar a hogares y oficinas, aunque a un ritmo más lento debido a la falta de infraestructura tecnológica y la brecha económica. La expansión de Internet en la región en la década de 1990, junto con la globalización y las políticas de apertura comercial, contribuyó a la difusión de tecnologías digitales. En los años 2000, los teléfonos móviles comenzaron a reemplazar a los teléfonos fijos en muchos países latinoamericanos, mientras que el acceso a Internet se ampliaba con la llegada de conexiones de banda ancha. La revolución de los teléfonos inteligentes en la última década del siglo XXI permitió a millones de latinoamericanos conectarse a la red global, facilitando el acceso a redes sociales, servicios de mensajería instantánea y plataformas de comercio electrónico. Sin duda, la llegada de dispositivos digitales ha sido un motor de desarrollo económico, educativo y social en América Latina, aunque también ha traído desafíos en términos de inclusión digital, seguridad y privacidad.