El término post-fotografía surge para describir las transformaciones en la práctica y el significado de la fotografía en la era digital. Este concepto, popularizado por Joan Fontcuberta, señala que en el mundo contemporáneo, la fotografía ha dejado de ser un medio de representación fiel de la realidad para convertirse en un lenguaje fluido, manipulable y masificado. La post-fotografía está estrechamente vinculada a la democratización de la tecnología, el auge de las redes sociales y el acceso masivo a dispositivos como cámaras digitales y smartphones. En este contexto, la imagen pierde su valor documental tradicional y se convierte en un elemento de experimentación artística, apropiación y reinterpretación.
La post-fotografía rompe con la noción clásica del fotógrafo como creador único y promueve la idea de la imagen como un producto colectivo y mutable, en el que los roles de autoría, distribución y consumo se diluyen. Así, se exploran temas como la saturación de imágenes, la banalización de su consumo y la pérdida de la verdad fotográfica.
En América Latina, el concepto de post-fotografía encuentra resonancia en un contexto marcado por desigualdades tecnológicas, pero también por una rica tradición artística que integra lo político y lo social. Durante la última década, artistas y teóricos latinoamericanos han adoptado la post-fotografía como una herramienta para reflexionar sobre la saturación visual y cuestionar narrativas dominantes.
En países como México, Argentina, Brasil y Chile, se han desarrollado prácticas artísticas que exploran la apropiación de imágenes históricas y mediáticas, las tensiones entre lo analógico y lo digital, y el impacto de la globalización visual. La post-fotografía en América Latina no solo adopta los cuestionamientos universales del fenómeno, sino que incorpora elementos locales como la memoria histórica, la identidad cultural y la crítica a las estructuras de poder.
En suma, la post-fotografía no es solo una ruptura con la tradición fotográfica, sino un campo en el que América Latina ha encontrado nuevas formas de dialogar con su realidad sociopolítica, utilizando la imagen como un espacio de resistencia, crítica y creación.